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Vivir reactivamente

  • Lic. Prof. Pablo Cazau
  • 10 may
  • 1 Min. de lectura


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Según el principio newtoniano de acción y reacción, cuando remamos empujamos el agua hacia atrás (acción) y el agua ejerce una fuerza igual y opuesta sobre el remo, lo que impulsa el bote hacia adelante (reacción).


En las relaciones humanas ocurre algo parecido. Casi todas las cosas que hacemos o decimos (acción) generan una reacción en los demás. Sin embargo, en estas interacciones pueden suscitarse tres clases de problemas:


1) A veces no medimos las reacciones que generan nuestra conducta, lo que puede sucederle a quien comete un delito sin darse cuenta que vivirá diez años encarcelado, o a quien humilla reiteradamente a su pareja sin darse cuenta que la perderá para siempre.


2) Vivir reaccionando a un ataque de los demás, con lo cual consumimos nuestra energía en vengarnos en vez de destinarla a cosas más útiles.


3) Vivir esperando una reacción de los demás, con lo cual gastamos inútilmente nuestra energía en lograr que el otro nos ame.


Los últimos dos casos equivalen a vivir reactivamente. Nuestra sugerencia es vivir activamente, o sea, vivir en función de nosotros y no exclusivamente en función de los otros.


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