Empatía en Acción: Cómo desarrollar resiliencia
- Lic. Margarita Rodríguez Suárez
- 21 abr 2024
- 3 Min. de lectura

Una de las caracterìsticas de las personas resilientes es la capacidad de establecer buenas relaciones con los otros. Para ello, necesitamos desarrollar empatía y comprensión. No es suficiente con ser "simpáticos" para tener buenas conexiones.
Porque para ser empático hay que acallarse, silenciarse, poner “entre comillas” la propia rumiación mental y tener la posibilidad de abrirse al otro. Sin esa apertura al otro no será posible ponerse en su lugar y establecer la empatía.
El abrirse al otro, acallar nuestra mente y las demandas del ego, requiere un acto de consciencia. Al mismo tiempo requiere regulación emocional y conocimiento de uno mismo para no perderse en el otro. Saber volver a nuestro eje.
La empatía no está relacionada solamente con la tristeza o el padecimiento ajeno, sino también con las otras emociones: enojo, alegría, miedo, sorpresa, asco, etc.
Ser empáticos dentro de un vínculo es poder ponerme en su situación, en sus sentimientos y comprender sus circunstancias y sus reacciones, permitiendo a que esa persona exprese sus emociones. Compartir esa emoción y sentirla de la misma manera, sin quedarme contagiada de esa emoción, sin apegarme a esa emoción del otro.
La empatía no es compasión. No es lástima. Excluye la envidia y la competencia. E incluye la comprensión, la amabilidad, la apertura, la sensibilidad y sentirse que esa persona puedo ser yo por un momento.
Esta habilidad es más sencilla ejercerla cuando tenemos un buen vínculo con alguien. En cambio, cuando el vínculo se ha complejizado y hay otras emociones en el medio, ser empáticos nos resulta muy difícil.
Comprender y ser empáticos con una persona no significa sumisión ni que tenga que recibir maltrato. Tampoco es permitir que otra persona me hiera ni compartir o aceptar el punto de vista del otro ni sus reacciones.
La empatía tiene como función el mejorar las relaciones con los otros, profundizarlas. Si alguien está agrediéndonos será muy difícil pensar en la empatía. Podría comprender su enojo pero no tengo que participar en él. Y una forma de responder a esto es a través de la asertividad o el silencio, para no agravar la situación.
La asertividad (la capacidad de responder ante una situación defendiendo nuestros derechos, en forma equilibrada, sin irnos a los extremos de sumisión o agresividad), también es una habilidad de comunicación que podemos ejercitar. Irnos a los extremos es lo más frecuente, y tenemos que prestar atención a esa desregulación emocional que se produce, ya sea por defecto o por exceso.
(...)
Cuánto más lo ejercitamos con más frecuencia la reconocemos (a la empatía).
Se abre nuestra mente a los otros, aprendemos de los otros, acallamos nuestro demandante y caprichoso ego y sumamos humildad. Rebaja nuestro egoísmo. Afina nuestra sensibilidad y mejora y amplía nuestros vínculos.
A todos nos pasan cosas. Una forma de adquirir perspectiva y salir de sentirnos el centro del mundo es conocer otras historias, escuchar y observar a la gente, ser más sensibles y estar atentos a lo que otros puedan necesitar como para contener o apoyar. También ayuda ver películas (el yo desaparece por un rato), meditar, desarrollar algún arte, leer sobre todo biografías, etc.
A SOLAS…
Para ejercitar la empatía, puedo hacerme las siguientes preguntas:
- ¿Me he puesto en el lugar de otro en el día de hoy? ¿He llegado a sentir como propio su sentir al punto de emocionarme de la misma manera?
- ¿Me ha pasado algunas veces que no logro despegarme una historia de mi mente? (¿quedarme excesivamente preocupada por lo que le pasa a otra persona?)
- ¿Qué puedo implementar conscientemente para desarrollar empatía?"
Extraido de Flores de plástico en un frasco de mayonesa - El reencuentro . Sobre resiliencia (Margarita Rodríguez Suárez, 2016)
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