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El cerebro humano es ciego

  • Lic. Prof. Pablo Cazau
  • 15 may 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 24 feb 2024

Mencionaremos aquí dos tipos especiales de “ceguera”: la ceguera a los cambios y la ceguera histérica. Cuando vemos la misma escena en dos momentos diferentes y se introducen ciertos cambios en el medio, nuestro cerebro no los percibe. En una película uno no advierte que en una escena aparece Carlomagno sin reloj y en la inmediatamente siguiente con reloj. También se hicieron experimentos donde a los sujetos se les presentaba la escena de un programa televisivo y donde, fuera de cámara, iban introduciéndose cambios en el decorado, a veces importantes. En ambos casos una abrumadora mayoría de espectadores no advirtió los cambios, incluso luego de habérseles informado acerca de los mismos.

La ceguera a los cambios no una discapacidad sino un rasgo adaptativo: el cerebro no despilfarra energía en lo que considera sin importancia. Así, si el marido entra a la habitación y ve a su esposa con el amante, advertirá el cambio importante sin fijarse si el reloj despertador está en otra posición. Paradójicamente, se conocen casos donde en similares situaciones traumáticas la víctima se ha quedado literalmente ciega. Se trata de la llamada “ceguera histérica”, que por ser de origen psíquico es posible en algún momento revertirla. Es un caso especial de ceguera a los cambios donde el cambio, en lugar de ser poco importante, es tan traumático que la persona lo ha negado resistiéndose a verlo.


No hay peor ciego que el que no quiere ver, y este es otro aspecto más de la ceguera cerebral. Cuanta mayor información tiene una persona, más poder tiene. Sin embargo, la información es un arma de doble filo, porque también puede ser autodestructiva. No vamos al médico por temor a que nos informe que tenemos un mal incurable. No preguntamos por alguien que no vemos hace mucho tiempo por temor a que nos digan que le pasó lo peor. O también, cuando alguien nos confiesa que mató a alguien, esa información nos convierte automáticamente en cómplice, y por tanto en delincuente. Asimismo, cuando presenciamos un delito podemos ser víctimas de su autor, como cuando el secuestrado identifica a su secuestrador.

Días pasados pregunté en Yahoo Respuestas: “Si un mago supiese el día y hora de tu muerte, ¿se lo preguntarías?” De los seis que respondieron, sólo uno dijo que sí, alegando que “me daría tiempo de hacer lo que me falta por hacer y de despedirme de las personas importantes en mi vida”, aunque del dicho al hecho… Uno de los ejemplos más patéticos de información peligrosa se dio en la Segunda Guerra Mundial, cuando varios soldados nazis masacraron a militares polacos. Como los soldados nazis sabían demasiado fueron a su vez asesinados por un oficial nazi, el cual a su vez fue asesinado por un superior. Parece que el asunto terminó allí, porque de otra manera Hitler se hubiera quedado sin su estado mayor, o sea sus secuaces más fieles.

Existen desde ya otros tipos de ceguera, algunas normales y otras patológicas. Por ejemplo: a) la ceguera debida a problemas congénitos, traumatismos o enfermedades como el glaucoma o la retinitis; b) la ceguera debida a la presencia del nervio óptico en la retina. Es una ceguera normal que nos impide ver cierto sector restringido de la realidad, pero que no advertimos porque nuestro cerebro lo “rellena” con lo que debiera haber en el hueco, y lograr así una imagen coherente del mundo; c) la ceguera a nuestra propia imagen. Nadie puede verse a sí mismo, y ni siquiera cuando se inventaron los espejos, porque ellos nos devuelven nuestra imagen pero invertida (como la imagen de la derecha de la figura). Sólo nos ven como somos los demás, o nosotros mismos cuando miramos nuestra foto (como la imagen de la izquierda de la misma figura), lo cual se debe simplemente a las leyes de la óptica geométrica. Y ni hablar si en lugar de imágenes de nuestro cuerpo nos referimos a características psicológicas de nuestra mente: por eso resulta tan difícil conocernos a nosotros mismos; d) la ceguera adjudicable a las propiedades objetivas de los objetos del mundo. Aunque esta tecnología todavía está en pañales, actualmente se está investigando con ciertos materiales capaces de ocultar a plena luz del día y durante cierto tiempo cosas que ocurren en la realidad, creando la ilusión que allí “no ha ocurrido nada” (jornadaonline.com, 18-11-10).

Pablo Cazau. Diciembre 2012.


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