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La profesión de psicólogo

  • Lic. Margarita Rodríguez Suárez
  • 11 jul 2018
  • 4 Min. de lectura

Hoy en día, un psicólogo es una persona con formación académica y título habilitante que puede resolver problemas que requieran conocimientos sobre la mente, que goza de reconocimiento social, científico y legal, y que puede se controlado en el ejercicio de su profesión. Sus campos de aplicación típicos son el clínico, el laboral, el forense y eleducacional, pero también puede ejercer la investigación o la docencia.

El psicólogo tendrá reconocimiento social en la medida en que la población suela elegir un ‘psicólogo’ para consultar o tratarse, independientemente que algunos otros elijan un ‘sanador’ o un ‘destrabador’. En una tribu un psicólogo carece de reconocimiento social, porque quien es consultado es únicamente un brujo.

Asimismo, un psicólogo suele tener reconocimiento científico cuando, al haber estudiado en una universidad reconocida por el Estado, es aceptado como un par dentro de a comunidad científica. Este reconocimiento puede aumentar si el psicólogo ofrece ponencias en congresos, escribe artículos en revistas científicas u obtiene un doctorado. Puede haber psicólogos a quienes se les niegue un reconocimiento científico a pesar de trabajar en instituciones autotituladas ‘científicas’, como la Escuela Científica Basilio.

El reconocimiento legal del psicólogo supone, a diferencia de los ‘curanderos’ que la ley admite una profesión de psicólogo, estableciendo sus incumbencias, obligaciones y derechos, lo cual es variable según cada país. La ley regula la profesión controlándola, aunque hay también pueden haber otros controles como el del Colegio e Psicólogos, el de la institución donde trabaja y, desde ya, el propio control que ejerce cada psicólogo sobre su quehacer.

Cada nuevo psicólogo selecciona su lugar en el amplio territorio de la psicología ubicándose en cierta rama, teoría, campo y nivel de la psicología, definiendo así sus intereses profesionales. Por ejemplo, quien eligió psicoanalizar pacientes en grupos, su opción queda definida por una rama de la psicología (la psicopatología), por una teoría (el psicoanálisis), por un campo (la clínica) y por un nivel (grupal). Y en otro ejemplo, quien elija dedicarse a hacer peritajes forenses para determinar imputabilidad, su labor quedará encuadrada según ramas (psicopatología), según teorías (por ejemplo la psicoanalítica), según campos (la psicología forense) y según niveles (individual).

El psicólogo recién graduado no siempre ha elegido su campo de trabajo, no siempre ha esclarecido sus preferencias. La elección puede haber sido realizada más por convención que por convicción, cuando no por obligación ante la alternativa de tener que cursar materias de tal o cual especialización para poder recibir el título. Asignaturas como Habilitación Profesional (presente en la carrera de psicología de la Universidad de Belgrano), y por fuerza debe ser así, colocan al futuro profesional en posición de observador, no de protagonista, por no estar aún habilitado para esto último.


Pueden indicarse tres etapas nítidamente diferenciadas en el proceso de aprendizaje del rol de psicólogo y en el correlativo descubrimiento de sus habilidades como tal: 1) La enseñanza de materias teóricas en la universidad; 2) Las pasantías, donde se aprende desde un lugar de observador; y 3) El ejercicio profesional una vez recibido, donde se aprende desde la posición del protagonista.

Lo más importante de la primera etapa del aprendizaje del rol de psicólogo (la facultad, es decir el estudio de acuerdo a un plan curricular), es el profesor. En la segunda etapa, la pasantía, son los profesionales que observa actuar, y en el tercer paso son los pacientes, pues de otro modo quedaría desnaturalizado el rol del psicólogo, que consiste esencialmente en ‘asistir’, no sólo en el sentido de atender sino también en el de ‘asistencia’, en el estar ‘presentes’, no ausentes, frente a la problemática del paciente.

Asimov (1993), en sus obras de ficción, creó en 1941 las tres leyes que debían regir el comportamiento de todo robot:

1) Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por medio de la inacción, permitir que un ser humano sea lesionado.

2) Un robot debe obedecer las órdenes recibidas por los seres humanos, salvo si las órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.

3) Un robot debe proteger su propia existencia salvo que ello entre en conflicto con la Primera y la Segunda Ley.

Pero, ¿son comparables un psicólogo y un robot? De hecho, muchos pacientes actúan como si el psicólogo lo fuera desde que Asimov definió al robot como «un objeto artificial que se parece a un ser humano».

Si las leyes de los robots se aplicaran a los psicólogos, debieran ser las siguientes:

1) La obligación del psicólogo es evitar todo daño físico o mental al paciente, sea por acción o por omisión. Se violaría esta ley si el psicólogo no hace nada para evitar el suicidio del paciente. 2) El psicólogo está obligado a obedecer al paciente, salvo que obedeciéndole entre en conflicto con la primera ley. Se violaría esta ley si a pedido del paciente le administra un tratamiento que lo empeorará.

3) El psicólogo está obligado a preservar su propia existencia, salvo que por preservarla entre en conflicto con alguna de las dos primeras leyes. Se violaría esta ley si el psicólogo decide abandonar a su suerte al paciente sin derivarlo para preservar su propio equilibrio mental, con lo cual el paciente sufrirá daño mental.

Fragmento de Cazau Pablo, «El territorio de la psicología»


La profesión de psicólogo

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